Este blog se ha mudado a www.maternova.wordpress.com. De ahora en adelante nuestra casa estará allí.
Gracias.
MaterNova: Escribiendo sobre una nueva maternidad
En este blog refexiono sobre mi maternidad, cómo quiero vivirla, cómo la vivo y los retos y temas que me (nos) rodean. También me propongo divulgar información sobre temas como lactancia, crianza respetuosa, porteo fisiológico, conciliación laboral, etc.
jueves, 27 de octubre de 2011
martes, 25 de octubre de 2011
Dormimos los tres
En nuestra cama somos tres y ninguno está de más. Somos tres porque así queremos que sea. Nuestro niño duerme con nosotros no porque fuéramos papás novatos sino porque sentimos que dormir así nos venía de forma natural. En un principio, mi opinión sobre el colecho no era clara. Buscamos información, leímos y conocimos familias que lo practicaban y que estaban contentas pero nos sentíamos algo confundidos. Montamos una habitación con la cuna, el móvil, el juego de cama, la decoración, el nombre en la puerta y todas esas cosas que creíamos que eran buenas para armar la habitación del bebé. Teníamos un moisés al lado de nuestra cama y creíamos que así iríamos bien...
Los primeros días con el niño en casa pensamos que era normal despertarnos una y otra vez. El bebé se despertaba, yo lo llevaba a la cama, le daba el pecho, se dormía, lo ponía en el moisés, se despertaba otra vez... Pensamos que era "natural" y "normal" porque todo el mundo que ya había tenido hijos contaba la experiencia con la cara del niño que cuenta una travesura. Así continuamos hasta un día en que nos cambió todo. Nuestro hijo enfermó a las tres semanas de nacido y tuvimos que dejarlo en una sala de cuidados intensivos. Los días allí nos parecieron interminables, se nos suspendió el tiempo y de repente toda nuestra vida estaba marcada por el horario de visita del hospital. No podíamos tener a nuestro bebé en brazos, lo veíamos solito en aquella cama tan grande, sentíamos que estaba tan indefenso, tan desprotegido. Nosotros también nos sentimos así sin él. Cuando salió de los cuidados intensivos pasamos unos días en el hospital y si el primer día durmió más o menos, el segundo no dejó dormir a nadie. Esa noche vinieron varias enfermeras con cara de pocos amigos, no las culpo. Mi niño era una alteración a la paz y al derecho al sueño. Aunque ninguna me habló del colecho, todas muy amablemente me ofrecieron chupetes.
No descubrí la rueda pero me descubrí escuchando el llanto de E con el corazón y en un instante sentí la soledad más tremenda de mi vida. Estuve en su lugar y sentí que tener tres semanas de vida y estar en un hospital con gente extraña cuidándole, con varios cables por el cuerpo era como un terremoto. Sentí un frío terrible y unas ganas tremendas de que me protegieran. Me ahogué en el llanto, comprendí porqué era capaz de gritar con tanta fuerza aun estando afectado de los pulmones. Era como si cada grito fuera una súplica por aquello que le faltaba. Entonces, lo llevé a la cama conmigo, comprendí con el corazón y con cada neurona que lo natural era que E durmiera conmigo en la misma cama. Todavía recuerdo lo rápido que buscó el pecho (en el hospital lo alimentaron con leche materna mediante sondas), cómo se acomodó en mi pecho para dormir y las horas que dormimos de corrido. Los dos nos sentimos seguros, amados, protegidos y en ese momento nos envolvió un sentimiento de paz, como si conciliáramos el sueño después de una pesadilla. Yo dejé de sentirme mal, como si no pudiera cuidar bien de mi bebé y E dormía donde necesitaba y quería, en mi pecho (lo queríamos y necesitábamos los dos).
Salimos del hospital, llegamos a casa y nos instalamos los tres en la cama. Hemos comprobado que los beneficios del colecho van más allá de promover el sistema inmunológico del bebé, regular la temperatura, favorecer la lactancia, proteger contra la muerte súbita y promover los vínculos afectivos, entre otros. Para nosotros es la paz, es el abrazo que damos a nuestro hijo cuando duerme, es acompañarnos en el sueño, es que tenga el pecho de mamá cuando quiere sin llorar. Descansamos los tres, dormimos los tres y soñamos uno al lado del otro.
Sabemos que E se irá de nuestra cama mucho antes de sacar el carnet de conducir, eso respondemos cuando nos miran y nos dicen que hemos hecho "la gran novatada". No nos detenemos en discusiones con la gente bien intencionada que nos cita lo que dicen algunos psicólogos y/o especialistas en sueño y crianza. En estos meses hemos aprendido que por cada decisión que tomemos y sintamos correcta, habrá algún sr. o sra., dr. o dra. que haya escrito un manual, libro o emita una opinión desfavorable para nuestra decisión. Así que colechar es nuestra decisión como familia probada anti manuales, tesis y opiniones.
Para más información:
http://www.naturalchild.org/james_mckenna/cosleeping.pdf
http://www.who.int/features/factfiles/breastfeeding/en/index.html
http://www.unicef.org.uk/Documents/Baby_Friendly/Leaflets/3/sharingbedleaflet.pdf
http://dormirsinllorar.com/
http://www.crianzanatural.com/art/art1.html
http://www.unizar.es/med_naturista/lactancia%203/COLECHO%20Y%20LACTANCIA%20MATERNA,.pdf
No descubrí la rueda pero me descubrí escuchando el llanto de E con el corazón y en un instante sentí la soledad más tremenda de mi vida. Estuve en su lugar y sentí que tener tres semanas de vida y estar en un hospital con gente extraña cuidándole, con varios cables por el cuerpo era como un terremoto. Sentí un frío terrible y unas ganas tremendas de que me protegieran. Me ahogué en el llanto, comprendí porqué era capaz de gritar con tanta fuerza aun estando afectado de los pulmones. Era como si cada grito fuera una súplica por aquello que le faltaba. Entonces, lo llevé a la cama conmigo, comprendí con el corazón y con cada neurona que lo natural era que E durmiera conmigo en la misma cama. Todavía recuerdo lo rápido que buscó el pecho (en el hospital lo alimentaron con leche materna mediante sondas), cómo se acomodó en mi pecho para dormir y las horas que dormimos de corrido. Los dos nos sentimos seguros, amados, protegidos y en ese momento nos envolvió un sentimiento de paz, como si conciliáramos el sueño después de una pesadilla. Yo dejé de sentirme mal, como si no pudiera cuidar bien de mi bebé y E dormía donde necesitaba y quería, en mi pecho (lo queríamos y necesitábamos los dos).
Salimos del hospital, llegamos a casa y nos instalamos los tres en la cama. Hemos comprobado que los beneficios del colecho van más allá de promover el sistema inmunológico del bebé, regular la temperatura, favorecer la lactancia, proteger contra la muerte súbita y promover los vínculos afectivos, entre otros. Para nosotros es la paz, es el abrazo que damos a nuestro hijo cuando duerme, es acompañarnos en el sueño, es que tenga el pecho de mamá cuando quiere sin llorar. Descansamos los tres, dormimos los tres y soñamos uno al lado del otro.
Sabemos que E se irá de nuestra cama mucho antes de sacar el carnet de conducir, eso respondemos cuando nos miran y nos dicen que hemos hecho "la gran novatada". No nos detenemos en discusiones con la gente bien intencionada que nos cita lo que dicen algunos psicólogos y/o especialistas en sueño y crianza. En estos meses hemos aprendido que por cada decisión que tomemos y sintamos correcta, habrá algún sr. o sra., dr. o dra. que haya escrito un manual, libro o emita una opinión desfavorable para nuestra decisión. Así que colechar es nuestra decisión como familia probada anti manuales, tesis y opiniones.
Para más información:
http://www.naturalchild.org/james_mckenna/cosleeping.pdf
http://www.who.int/features/factfiles/breastfeeding/en/index.html
http://www.unicef.org.uk/Documents/Baby_Friendly/Leaflets/3/sharingbedleaflet.pdf
http://dormirsinllorar.com/
http://www.crianzanatural.com/art/art1.html
http://www.unizar.es/med_naturista/lactancia%203/COLECHO%20Y%20LACTANCIA%20MATERNA,.pdf
jueves, 6 de octubre de 2011
Reflexión sobre las Viñetas de la SEGO
En estos días mucho se ha debatido tanto en las redes sociales como en la comunidad bloguera sobre las viñetas del Dr. Servet, la violencia obstétrica y el silencio de la SEGO. De las viñetas es mejor no hablar. Son feas y punto. No hay nada que las salve. Están allende el mal gusto, como trabajo artístico no merecen comentario y como cuestión de humor son burdas. Son "eso" que no hay por donde agarrar, "eso" que no se puede defender, "eso" que no da risa, que refleja lo peor de un gremio y que saca a la superficie la metedura de pata, la falta de juicio y la ausencia de ética. Sin embargo, lo peor de estas viñetas es que evidencian dos cosas: por un lado, que la violencia obstétrica está tan arraigada en nuestra sociedad que pedir respeto es una afrenta y la actitud machista e infantilizadora. Las viñetas son violentas en tanto nos convierten en el objeto de burla y reducen a ese único objeto.
Hasta que estuve embarazada no fui consciente de las verdaderas historias de terror por las que día a día pasan cientos de mujeres. Historias que van del pánico a la pena pasando por los comentarios desmañados del personal obstétrico. Da igual el centro que sea y hasta el/la médico/a que sea, en unos centros y profesionales abundan más que en otros, eso es cierto. También cabe decir que existen profesionales muy concienciados que se esfuerzan por brindar una atención excelente a sus pacientes. Son cuidadosos/as y amables, comprensivos/as y respetuoso/as. El detalle es que hay que buscarlos/as. Enfrentarse al casting. En mi caso, cuando decidí quedarme embarazada fui a tres médicos/as diferentes hasta que encontré uno que no opuso resistencia a mis planteamientos. Es decir, yo quería un parto natural (sin epidural porque tengo fobia a las agujas), con la mínima intervención y lo quería en un hospital. Vamos, lo normal hasta donde yo sabía que era traer un niño al mundo. Si tenía un embarazo normal, quería un cuidado prenatal tranquilo, no quería que me hicieran ecografías en cada visita, ni que me predispusieran a historias de terror. Tampoco quería aquello de "el día tal tendrás el bebé" sin una razón clara para ello. En palabras simples, buscábamos ante todo RESPETO, durante el embarazo y el parto para nuestras decisiones. Queríamos el consejo de un médico sin la imposición de sus criterios. Debo decir que de tres médicos me quedé con el tercero.
Hasta que estuve embarazada no fui consciente de las verdaderas historias de terror por las que día a día pasan cientos de mujeres. Historias que van del pánico a la pena pasando por los comentarios desmañados del personal obstétrico. Da igual el centro que sea y hasta el/la médico/a que sea, en unos centros y profesionales abundan más que en otros, eso es cierto. También cabe decir que existen profesionales muy concienciados que se esfuerzan por brindar una atención excelente a sus pacientes. Son cuidadosos/as y amables, comprensivos/as y respetuoso/as. El detalle es que hay que buscarlos/as. Enfrentarse al casting. En mi caso, cuando decidí quedarme embarazada fui a tres médicos/as diferentes hasta que encontré uno que no opuso resistencia a mis planteamientos. Es decir, yo quería un parto natural (sin epidural porque tengo fobia a las agujas), con la mínima intervención y lo quería en un hospital. Vamos, lo normal hasta donde yo sabía que era traer un niño al mundo. Si tenía un embarazo normal, quería un cuidado prenatal tranquilo, no quería que me hicieran ecografías en cada visita, ni que me predispusieran a historias de terror. Tampoco quería aquello de "el día tal tendrás el bebé" sin una razón clara para ello. En palabras simples, buscábamos ante todo RESPETO, durante el embarazo y el parto para nuestras decisiones. Queríamos el consejo de un médico sin la imposición de sus criterios. Debo decir que de tres médicos me quedé con el tercero.
Ahora bien, volviendo al tema que me ocupa, después del silencio y últimas respuestas de la SEGO, del Dr. Servet y del Ministerio, no puedo pensar otra cosa que no sea "Qué cruda la tenemos". Sí, la tenemos bien cruda en este país no solo con la violencia de género sino con las otras violencias más "sutiles". Las respuestas que ha dado la SEGO hasta este momento son peores que su silencio. El discurso es paternalista, actitud en la que el representante de dicha organización se escudó desde un principio diciendo "es una cosa jovial de este señor. No hay que darle tanta importancia. Es humo y ya está. La sociedad tiene cosas más importantes". Desde un principio cerraron filas y nos repitieron hasta la saciedad que sus viñetas son humor y nosotras (sobre todo nosotras) no somos capaces de verlo. Es decir, ninguna ha estudiado, tiene sentido común, no somos profesionales, ni inteligentes, ni mínimamente instruidas, ni sabemos leer, ni tenemos nociones del lenguaje para entender la factura humorística tan fina y exquisita de este señor. Esto es lo que me hace rechinar los dientes, para ellos/as somos simplemente legas. Hemos vuelto a los postulados de los antiguos tratados de medicina-o es que no hemos salido todavía de ellos-que resumían la condición de las mujeres en algo así: las mujeres por su naturaleza tienen el seso alterado y necesitan del hombre porque su intelecto no les da.
Desde el espacio de los machos (aquí se incluyen las mujeres que a falta de autocrítica con su silencio suscriben la actitud del macho) así es como se ha abordado toda esta cuestión. Sin tomar en cuenta que la actitud oficial de la SEGO (desde la falta de buen juicio para publicar las viñetas, el silencio ante las protestas y sus últimas respuestas) vulnera la relación médico-paciente. Porque, díganme ustedes, qué confianza puede tener una mujer si la sociedad profesional que representa a su médico/a, de entrada la considera no apta para dialogar con él/ella desde el respeto. El discurso de la SEGO es más ofensivo que su silencio, porque ante la presión que se ha ejercido desde las redes sociales, blogs y etc. se declaran víctimas pero siguen anclados en que las viñetas son "solo humor", "Se trata de caricaturas, con un punto de vista cómico, lógicamente sólo comprensible por profesionales de la ginecología" .
Lo peor del discurso de la SEGO es la descalificación abierta que hace de todos los componentes sociales que han demostrado su disgusto. Es decir, excepto ellos/as (SEGO) los/las que estamos fuera de su Sociedad no podemos enfadarnos, indignarnos y hacerles saber que se han equivocado. Esta es la misma actitud que tienen muchos profesionales ante las preguntas y peticiones de las mujeres."El médico y el que entiende soy yo, no te gusta pero eso es porque no entiendes". Esto es lo que debemos atender con sumo cuidado. El discurso excluyente en el que, valga la cantinflada, incluyen a todo aquel (toda aquella) que se implique desde la petición de respeto.
Por años las mujeres nos hemos enfrentado a que nuestros espacios masculinicen y que la tradición del macho domine lo que debe ser por definición femenino, como la reproducción, la sexualidad (la nuestra) y el parto. Cada vez se crean más movimientos solidarios de base femenina en los que se aboga por el respeto y la concienciación ante prácticas y discursos médicos que, anclados en el pasado, tanta vergüenza y sufrimiento causan a muchísimas mujeres. Eso es lo bueno y redimible de este asunto. Mi optimismo no da para que la SEGO inscriba una disculpa clara pero sí para que haya más voces, más unidas, más conscientes que expliquen al resto de qué se tratan estas cosas, defendiendo el respeto y trato que nos merecemos.
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Based on a work at maternova.blogspot.com.
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