martes, 25 de octubre de 2011

Dormimos los tres

En nuestra cama somos tres y ninguno está de más. Somos tres porque así queremos que sea. Nuestro niño duerme con nosotros no porque fuéramos papás novatos sino porque sentimos que dormir así nos venía de forma natural. En un principio, mi opinión sobre el colecho no era clara. Buscamos información, leímos y conocimos familias que lo practicaban y que estaban contentas pero nos sentíamos algo confundidos. Montamos una habitación con la cuna, el móvil, el juego de cama, la decoración, el nombre en la puerta y todas esas cosas que creíamos que eran buenas para armar la habitación del bebé. Teníamos un moisés al lado de nuestra cama y creíamos que así iríamos bien...

Los primeros días con el niño en casa pensamos que era normal despertarnos una y otra vez. El bebé se despertaba, yo lo llevaba a la cama, le daba el pecho, se dormía, lo ponía en el moisés, se despertaba otra vez... Pensamos que era "natural" y "normal" porque todo el mundo que ya había tenido hijos contaba la experiencia con la cara del niño que cuenta una travesura. Así continuamos hasta un día en que nos cambió todo. Nuestro hijo enfermó a las tres semanas de nacido y tuvimos que dejarlo en una sala de cuidados intensivos. Los días allí nos parecieron interminables, se nos suspendió el tiempo y de repente toda nuestra vida estaba marcada por el horario de visita del hospital. No podíamos tener a nuestro bebé en brazos, lo veíamos solito en aquella cama tan grande, sentíamos que estaba tan indefenso, tan desprotegido. Nosotros también nos sentimos así sin él. Cuando salió de los cuidados intensivos pasamos unos días en el hospital y si el primer día durmió más o menos, el segundo no dejó dormir a nadie. Esa noche vinieron varias enfermeras con cara de pocos amigos, no las culpo. Mi niño era una alteración a la paz y al derecho al sueño. Aunque ninguna me habló del colecho, todas muy amablemente me ofrecieron chupetes.

No descubrí la rueda pero me descubrí escuchando el llanto de E con el corazón y en un instante sentí la soledad más tremenda de mi vida. Estuve en su lugar y sentí que tener tres semanas de vida y estar en un hospital con gente extraña cuidándole, con varios cables por el cuerpo era como un terremoto. Sentí un frío terrible y unas ganas tremendas de que me protegieran. Me ahogué en el llanto, comprendí porqué era capaz de gritar con tanta fuerza aun estando afectado de los pulmones. Era como si cada grito fuera una súplica por aquello que le faltaba. Entonces, lo llevé a la cama conmigo, comprendí con el corazón y con cada neurona que lo natural era que E durmiera conmigo en la misma cama. Todavía recuerdo lo rápido que buscó el pecho (en el hospital lo alimentaron con leche materna mediante sondas), cómo se acomodó en mi pecho para dormir y las horas que dormimos de corrido. Los dos nos sentimos seguros, amados, protegidos y en ese momento nos envolvió un sentimiento de paz, como si conciliáramos el sueño después de una pesadilla. Yo dejé de sentirme mal, como si no pudiera cuidar bien de mi bebé y E dormía donde necesitaba y quería, en mi pecho (lo queríamos y necesitábamos los dos).


Salimos del hospital, llegamos a casa y nos instalamos los tres en la cama. Hemos comprobado que los beneficios del colecho van más allá de promover el sistema inmunológico del bebé, regular la temperatura, favorecer la lactancia, proteger contra la muerte súbita y promover los vínculos afectivos, 
entre otros. Para nosotros es la paz, es el abrazo que damos a nuestro hijo cuando duerme, es acompañarnos en el sueño, es que tenga el pecho de mamá cuando quiere sin llorar. Descansamos los tres, dormimos los tres y soñamos uno al lado del otro.

Sabemos que E se irá de nuestra cama mucho antes de sacar el carnet de conducir, eso respondemos cuando nos miran y nos dicen que hemos hecho "la gran novatada". No nos detenemos en discusiones con la gente bien intencionada que nos cita lo que dicen algunos psicólogos y/o especialistas en sueño y crianza. En estos meses hemos aprendido que por cada decisión que tomemos y sintamos correcta, habrá algún sr. o sra., dr. o dra. que haya escrito un manual, libro o emita una opinión desfavorable para nuestra decisión. Así que colechar es nuestra decisión como familia probada anti manuales, tesis y opiniones. 



Para más información:
http://www.naturalchild.org/james_mckenna/cosleeping.pdf
http://www.who.int/features/factfiles/breastfeeding/en/index.html
http://www.unicef.org.uk/Documents/Baby_Friendly/Leaflets/3/sharingbedleaflet.pdf
http://dormirsinllorar.com/
http://www.crianzanatural.com/art/art1.html
http://www.unizar.es/med_naturista/lactancia%203/COLECHO%20Y%20LACTANCIA%20MATERNA,.pdf

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